CINEMATECA Y “MINUTO 90”: EN EL PLANETA FÚTBOL LOS “CRACKS” DEL CINE Y LA LETRA TAMBIÉN JUEGAN
sábado, 2 de junio de 2018
CINEMATECA Y “MINUTO 90”: EN EL PLANETA FÚTBOL
LOS “CRACKS” DEL
CINE Y LA LETRA TAMBIÉN JUEGAN
Por Sigifredo Eusse Marino
Un festival de sólo películas con
el tema fútbol, pocas veces se da. La Cinemateca del Caribe, en su Sala Boston
–al fondo del jardín tropical interior de la sede Combarranquilla, en la calle
64 con la carrera 43– se programó con el
más pleno sentido de la oportunidad mediática y deportiva, como antesala del
pitazo inicial, el 14 de junio, del Mundial de Fútbol Rusia 2018.
En exclusiva para la Cinemateca en
Barranquilla, el Festival “Minuto 90”, itinerante por la América Latina este
año, fue programado durante mañana y
tarde toda la media semana entre el miércoles 30 de mayo y el domingo 2 de
junio: en cuatro días, seis charlas matinales con protagonistas de la cancha y
la pantalla, bajo la moderación de reconocidas voces de la radio y la prensa
deportiva.
Nueve largometrajes y siete cortos
–entre la ficción y el documental– de nacionalidades muy diversa, aunque todos
hermanados universalmente en las atmósferas del Planeta Fútbol, son los que
conforman la muestra puesta en marcha dentro de un circuito que comprende no
sólo a las proyecciones en la Cinemateca Boston (dos filmes distintos en cada
tarde) sino también sesiones de la cinemóvil
bajo techo de estrellas en otros municipios del Atlántico como Usiacurí,
Baranoa y Puerto Colombia.
Toda la programación se cumple a
título gratuito para el total de cada aforo en la sala acogedora de la
Cinemateca Boston. El acto inaugural comportó un justiciero reconocimiento a
quien es hoy por hoy la decana de los espacios futboleros en la TV regional,
Berthica Benedetti de Carbonell –quien recibió esta distinción de manos de otro
reconocido comentarista deportivo, Raúl Correa D’Andreis; y también, muy
especialmente, un homenaje a la memoria del crack barranquillero –fallecido
hace unos meses– Marcos Coll.
Por otra parte, la ocasión de esta
convocatoria a las esferas locales del Planeta Fútbol tendrá un atractivo
adicional y más que oportuno: el lanzamiento del libro de Farouk Caballero “A
Rusia con puestos”.
He aquí los personajes invitados
que vinieron para protagonizar y animar las charlas futboleras matutinas:
Carlos Ortega del Río, exfutbolista y técnico uruguayo; el analista futbolero Javier
Castell, también técnico y exjugador; el productor y cineasta Dago García, el
actor y guionista Humberto Dorado; Carlos Pérez y María Jimena Jaramillo, de la
Fundación “Fútbol con Corazón”, el cineasta barranquillero Carlos Flores y los
comunicadores Alfredo Sabbagh, Óscar Arias, Juan Pablo Osman y Raúl Correa
DÁndreis.
Este itinerante
festival de fútbol, de concepción e intenciones universalistas, viene siendo
promovido desde el Perú por la Asociación Cultural de Fútbol “Minuto 90”, cuyo
director de proyectos, Jesús Espinoza, estuvo presente en la noche inaugural.
Localmente, lo apoyan la Fundación “Fútbol con corazón”, Combarranquilla y su
frente cultural, la Gobernación del Departamento y los anfitriones del
certamen: el Centro de Documentación Audiovisual y la Cinemateca del Caribe.
Desde
su condición de macro-espectáculo mediático y movilizador de un imaginario
sociocultural globalizante, el fútbol incorpora una estrecha simbiosis popular
con Barranquilla, la que, de paso –y con justificados méritos– es la reconocida
“Casa de la Selección” nacional y donde la fanaticada Junior será siempre
hinchada de primera fila en la tribuna.
Sabido
es: por vía de la televisión omnipresente y los invasivos universos digitales, Planeta Fútbol nos toma por asalto,
insoslayable, tentacular y ubicuo. Pantallas de toda dimensión nos sirven en el
menú de noche y día sus titilantes constelaciones
de grandes, medianas o nacientes estrellas del deporte. Ya que orbiten por los
cielos del patio, o que deriven por otros lejanos firmamentos de la esfera
cósmica.
Los James y los Ospina,
los Cuadrado, Bacca, Muriel y compañía, confinando el trazado de sus diagonales
por alguna verde cancha de ajenas geografías. Tanto como serán pronto los Urán
y Nairo, los Bernal, Gaviria, Chávez, López y los Henao con su estela de
gregarios compatriotas, escoltas fieles a su rueda, por donde aquellos vayan,
desafiando otras retorcidas cumbres en latitudes de ultramar…
Son ellos los
astros y asteroides de este sistema planetario: nuestra aldea global,
comprimida toda en pantallas lugareñas de los cuatro puntos cardinales. Y
siempre tan fulgurantes ellos, o estelares, como puedan serlo Contador y los
Valverde, los Purito, los Frome y los Nibali; un Cristiano Ronaldo a lo mejor,
o un Messi, un Bale o un Benzemá…
Pero ¿es el fútbol
solo esto: pandemia de emoción pedestre, minusválida pasión en masa de una
ingente legión universal de apoltronados que, aquí y allá, se congregan tribal
y religiosamente ante los dioses constelados del balón, a concelebrar este
ritual catártico, sadomasoquista en veces y casi siempre dionisíaco?
No parecería,
queridos televidentes; –lectores, digo, si los hay. Pues no pocos intelectuales
de muy distintas disciplinas ya han venido analizando este fenómeno, aún desde
mucho antes que se diera la expansión ilímite del universo tecnomediático que hoy
nos abruma, lo mismo que ese desmadre hipermillonario y truculento de un tal
llamado “mercado internacional” de jugadores.
El cronista Hernán Brienza, en un ensayo extradeportivo de su blog,
“Bitácora”, hizo un prolijo inventario de lúcidos intelectuales y brillantes escritores
del mundo que han regalado en letra impresa el testimonio de sus cavilaciones
apasionadas tras las rutas y los ritos del balón de fútbol.
Algunos de ellos, con sus pensamientos y sentires, hélos aquí, no sin
antes consignar que para el mismo Brienza “asistimos a lo que algunos denominan
la futbolización del universo, de la que no puede escapar ni siquiera ese
íntimo mundo de las letras”…
Y ahora sí, de sus sentires
intelectuales, el primero éste: “El
goleador es siempre el mejor poeta del año'', escribió el cineasta Pier Paolo
Pasolini.
“Recuperación
semanal de la infancia, domingo a domingo”, esto significa para el español Javier
Marías el fútbol.
Mientras que para un
Albert Camus “el fútbol me enseñó todo cuanto sé de la vida”, para Jorge
Luis Borges no era más que ''una cosa estúpida de ingleses: un deporte
estéticamente feo, once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no
son especialmente hermosos''.
En
su meláncolico libro Crepusculario
–evoca Brienza– Neruda escribió su poema ''Los jugadores'', y 12 años más tarde
''Colección nocturna'', incluido en Residencia
en la tierra (…) pero quien entra a saco, de lleno, en esta cancha sería el
uruguayo Mario Benedetti con su célebre cuento ''Puntero izquierdo'', escrito
en 1955 y publicado en el libro Montevideanos.
El llamado boom de la
literatura latinoamericana –ilustra el cronista– se acercó al mundo del fútbol no sólo desde la
escritura sino también desde la tribuna. Tras un partido entre Junior y
Millonarios, García Márquez declaró: ''No creo haber perdido nada con este
irrevocable ingreso que hoy hago públicamente a la santa hermandad de los hinchas.
Lo único que deseo ahora es convertir a alguien''.
Aunque ya por aquella época se
había revelado un buen número de escritores que se reconocían “hinchas”
del fútbol: entre otros, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Jorge Amado,
Augusto Roa Bastos, Ernesto Sábato, Rubem Fonseca, Vargas Llosa, Cepeda Samudio…
Algo más tarde, el poeta brasileño Vinicius
de Moraes escribió su célebre poema al puntero Garrincha y el español Camilo
José Cela sus Once cuentos de fútbol…
“Entre tanto, en Europa –apunta
Brienza– el austríaco Peter Handke ponía la piedra basal con su novela La angustia del arquero frente al tiro penal,
que poco habla de fútbol, es verdad, pero que tiene una de las definiciones más
bellas de ese instante crucial en un partido”.
Por los
años ochenta, en las esferas creativas del vínculo fútbol-literatura, vino a
terciar “el periodismo gráfico: Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa y Juan
Sasturain se convirtieron en la delantera implacable que se abocaba a escribir
sin tapujos ni complejos sobre fútbol, primero desde las crónicas de prensa y
el humor gráfico y, finalmente, desde la literatura”. Y también, al tiempo, un ensayista tan lúcido como Eduardo Galeano.
Los sucesos editoriales de otro cronista, el narrador mexicano
Juan Villoro, son reseñados por vía internet prolijamente: Juan Villoro –dicen–
es un escritor que reúne las tres cosas necesarias para tratar el tema:
escribir muy bien, tener sentido del humor y, desde luego, amar el fútbol.
En “Dios es redondo” Villoro define el fútbol como «el deporte que
ha hecho de la patada una de las bellas artes». (…) “Dios es redondo” ofrece
una vibrante crónica de esta religión laica que llena los estadios, de aquellas
supersticiones y mitologías de un deporte que ocurre en el gramado pero también
en la mente de sus aficionados. Otro sitio web nos aporta
esta cita textual, algo críptica y filosófica, del autor de “Dios es redondo”:
El futbolista debe combinar el narcisismo del que desea mostrarse
a toda costa, la vocación de encierro de una monja de clausura y esa capacidad de
tolerar hedores que tiene un presidiario. ¿Habrá nacido alguien con inclinación natural
para estas combinaciones?
La atracción del futbol depende de su renovada capacidad de
hacerse incomprensible. Hay algo que no captamos pero sucede, como el crecimiento
del pasto o la circulación de la sangre. Allí, entonces, lo invisible es la
certeza que nos consta.
Y ya para
dejar en paz a Villoro y su fútbol de pasión y de cerebro –ese que “es por
excelencia el juguete para adultos de la sociedad contemporánea”, entresacamos
del blog “Entre Libros”, de Sofía
David, esta otra frases que se nos brinda en “Dios es redondo”:
La pelota reclama afecto. Si es pateada con pasión, el
tiro acabará en las redes. Si es pateada con angustia o despecho, acabará junto
al tipo que te vende las cervezas”.
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